Contraeditorial // 11-08-10 // Negocios limpios y trapitos sucios

Publicado en por Opiniones Creadas

Por Diego Igal

 

Pagar o no pagar, esa es la cuestiónLa caída de lectores de la web del periódico The Times (dos tercios) desde que comenzó a tener contenido pago reactualizó una discusión iniciada casi al mismo tiempo que la masificación de Internet y que nunca se salda sobre si debe cobrarse por el acceso a la información o si eso es pan para hoy, hambre para mañana.

Muchos grandes diarios tuvieron experiencias poco felices (The Washington Post o El País) a la hora de decidir si cerraban contenidos o los dejaban completamente libres.

El mes pasado se supo que el diario The Observer –en base a datos del Experian Hitwise, que supervisa el tráfico en Internet– informó que las visitas a la página del Times habían caído 33% desde que se comenzó a cobrar a los lectores una cuota. Los directivos del periódico contestaron que ellos tenían previsto perder hasta 90% del tráfico.

The Times es de News Corporation, el grupo propiedad de Rupert Murdoch, desde donde se ha lanzado una ofensiva para monetizar (tal el verbo que se utiliza en la jerga) los contenidos de otras páginas y plataformas, como canales de TV.

En Estados Unidos y luego de un largo debate, la compañía que edita The New York Times comenzará a cobrar por algunos contenidos publicados desde el año próximo porque argumenta estrategias comerciales de largo plazo aunque algunos lo relacionan con la caída de la publicidad online.

La otra cara de esto es que hay caso exitosos de web con suscripción paga como lo demuestra el periódico digital Mediapart de Francia, que fue uno de los que destapó el escándalo sobre el presunto financiamiento ilegal de la empresa L’Oréal a la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy.
Mediapart, que desde 2008 realizan periodistas de bastante experiencia bajo el liderazgo de Edwy Plenel, ex jefe de redacción de Le Monde, se financia con una suscripción de nueve euros al mes y no tiene publicidad. Tenía unos 30.000 abonados que con este caso crecían día y día, con lo que sería pronto uno de los pocos diarios digitales rentable.

“La gratuidad es una ilusión en el terreno de la información, que es una mercadería frágil. Primero que nada hay que contar con los ingresos originados en la confianza de los lectores”, sentenció Plenel, considerado uno de los mejores investigadores del periodismo francés.

Discusiones que importan y no se importan

El debate sobre si los medios de comunicación deben publicitar oferta sexual gana terreno de a poco pese a las corporaciones, que además del lobby hacia la dirigencia para que no se regule el tema intentan no difundir lo que ocurre aquí y en otros países.

Al cierre de esta edición, se trataba en España una ley que prohibiría este tipo de avisos mientras que en la Argentina también se elabora un proyecto que busca algo similar y al menos seis periódicos decidieron no darles más espacio a esos clasificados similares a los del célebre rubro 59 que desde hace décadas aparece en el autoproclamado gran diario argentino.

Como casi siempre, los paladines de la libertad de prensa/expresión y del periodismo independiente/serio, ignoran el tema y dan a los lectores un doble discurso donde se condena y penaliza la trata de personas y la explotación sexual y páginas después se colabora con la cadena de esos delitos con ofertas de “bebotas”, “sin estrenar” y/o “paraguayitas”.

A principios de julio, el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) acusó este doble discurso de algunos medios y sacó un comunicado para “manifestar preocupación” por la “persistente publicación” de avisos. Para Fopea es “cuanto menos, contradictoria la conducta de medios de comunicación que, en su definición editorial y su construcción noticiosa, colaboran con la denuncia de estas formas modernas de sometimiento pero, al mismo tiempo, favorecen desde sus páginas de publicidad la expansión del negocio de la prostitución y la trata de personas publicando avisos clasificados de proxenetismo y explotación sexual o ligados a evidentes fines de reclutar a menores o personas socialmente vulnerables. Un dato adicional es la creciente naturalización de estos avisos entre las ofertas comerciales de automotores, viviendas, electrodomésticos y búsqueda de personal, como si fueran parte de una oferta lícita”.

La prédica de Fopea tuvo nula repercusión en los considerados medios tradicionales. Tal vez porque los integrantes de la ONG trabajan en muchos de ellos o porque los comunicados y denuncias de la entidad no suelen identificar el blanco de las críticas.

O tal vez por lo que analizaba con mucha lucidez el actor Diego Capusotto en el número 148 de la edición argentina de Rolling Stone. “Los medios construyen una voz oficial que va dictando cómo va la cosa y hacia dónde tiene que ir. Hoy son una institución con cierto manto de impunidad. Y su rol es proteger esa institucionalidad y esa impunidad. Por eso hace que te preocupes mucho más si un pibe de una villa mata un tipo para robarle un auto que si un policía lo liquida con gatillo fácil.”

Veinte días después del comunicado de Fopea, La Mañana de Neuquén anunció en tapa que no aparecerían más en las páginas del diario las “ofertas” en cuestión porque “no avala la prostitución ni la trata de personas”, al tiempo que advertía que “la decisión fue tomada con el convencimiento de que el respeto y la defensa de los derechos humanos están por encima de cualquier beneficio económico”.

Una decisión similar que no fue comunicada a los lectores ya había tomado La Arena, de La Pampa; Diagonales, de La Plata; Prensa Libre y el Periódico Austral, de Santa Cruz y el Semanario El Tiempo de Pergamino.

La diputada Fernanda Gil Lozano, autora de un proyecto de ley contra la trata de personas, anticipó a Contraeditorial que junto a varias ONG que luchan contra esta problemática trabajan en un marco nacional para impedir estos avisos, pero temen que las empresas reaccionen denunciando un ataque a la libertad de prensa como ya les insinuaron. “Por eso estamos tratando de enfocarlo por el lado de que se está promocionando una cuestión ilícita y no restringiendo la libertad de expresión”, explicó la legisladora.

El año pasado, las ONG que trabajan con Gil Lozano –como el Programa Esclavitud Cero y La Alameda– le presentaron una denuncia al procurador Esteban Righi donde marcaban más de 600 prostíbulos, lo que permitió hasta ahora más de 40 allanamientos. La fuente de la investigación habían sido los avisos publicados en Clarín, La Nación, Crónica, entre otros.

Mónica Molina, periodista y actual subdirectora de Políticas de Género de la Municipalidad de Santa Rosa (La Pampa), afirmó que los avisos en cuestión “son parte de la cadena del sistema prostibulario. La construcción del mensaje promoviendo el comercio sexual es una muestra clara de la forma en que se mueven las redes mafiosas de trata. Si pensamos que los medios de comunicación pueden ser un aporte sustancial al desarrollo de las mujeres, publicitar el comercio sexual los hace cómplice de un delito”.

Según informa la ONG Periodismo Social, en Río Gallegos –capital de Santa Cruz y en la que históricamente la prostitución es muy extendida–, la comisión municipal para la niñez y adolescencia se reunió con representantes de los cuatro medios gráficos locales para debatir el tema. Dos de ellos sacaron este tipo de avisos de las páginas.

En España desde el jefe de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero hacia abajo se presiona para que los diarios dejen de dar avisos de prostitución. Mientras se avanza en la sanción de una ley, la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, aseguró que no habrá publicidad oficial para aquellos periódicos que los mantengan. Según un informe oficial, los periódicos españoles suman unas ganancias de 40 millones de euros anuales por este concepto. Sólo Público, 20 Minutos, La Razón, La Gaceta y Avui no admiten este tipo de publicidades que sí se mantienen en los prestigiosos El País –que los llama “clasificados relax”–, ABC y El Mundo.

El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, declaró que “es hipócrita decir que detrás de esos anuncios hay mafias de explotación de personas. Si se investiga y se demuestra que hay tramas, estas desaparecerán y también sus anuncios”.

En El País, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, en respuesta a las quejas que llegaron, concluyó que “esos anuncios no deberían publicarse en este diario. Sé que se trata de una muy vieja polémica y que los tiempos de crisis que vivimos no son los más propicios para tomar una decisión de esta naturaleza”.

En el resto de Europa (Reino Unido, Italia y Francia) la tendencia es a eliminar los avisos.

Ojalá la bola de nieve crezca y reviente contra los medios tradicionales aunque es probable que se cumpla lo que advierte Capusotto y se exalte la defensa de una institucionalidad que en rigor esconde la preservación de negocios e intereses. Viral rima con rumorComo en el relato de Gabriel García Márquez “Algo muy grave va a suceder en este pueblo” que ponía en evidencia lo que provoca un rumor, un spot televisivo de 2’29” de duración circula desde hace meses en las llamadas redes sociales de Internet o por e-mails con el alarmante título “el video que la TV de la Argentina tiene prohibido difundir”.

Es un videoclip que denuncia la minería que se practica en el país ahora con la imagen, cuerpo y voz de los actores Gastón Pauls, Julieta Díaz, Raúl Taibo, Georgina Barbarossa, Silvia Pérez, Mirta Wons, Nicolás Pauls, Laura Azcurra, Carlos Portaluppi, Juan Palomino, Leonor Manso y Celina Font.

No dicen cosas que no se hablen todos los días en radios, TV y los pasillos del Congreso, pero en Internet se pasa como la quintaesencia de la denuncia social.

El trabajo es de una ONG llamada Conciencia Solidaria que desde hace tres años alerta sobre la minería a cielo abierto, entre otras cuestiones ambientales.

Consultados por Contraeditorial, el director del video Pablo D’Alo Abba y la portavoz de la entidad Mariela Silvestein negaron haber sido víctimas de censura.

“Este video está hecho por gente que apoya esta causa y no tiene otro interés más que el crear un poco de conciencia en la gente y parar con la minería a cielo abierto entre otras cosas. Para pautar en los medios y que aparezca en la tanda de publicidad, necesitás dinero y ese faltante hace que sea muy difícil que se vea en los canales de TV. Sobre todo porque es una ONG y no hay capitales privados detrás de ellos que lo puedan financiar. En aquel momento lo hicimos para que tenga difusión de manera gratuita en redes sociales, YouTube, enviarlo por e-mail y también aprovechando la ventana que le pueden dar los actores cuando son invitados a algún programa de TV”, explicó D’Alo Abba, quien en septiembre estrena una película llamada Vienen por el oro, vienen por todo, sobre la victoria de la ciudad de Esquel que frenó un emprendimiento minero.

Silvestein aseguró que el audio del video circuló en una pauta por varias radios. Sí reconoció que tuvo mucha difusión y que incluso fue traducido de manera gratuita en otros países. 

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