7 Dias // 12-01-10 // "Quiero tomar la posta que dejó Sandro"

Publicado en por Opiniones Creadas

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Al final, esta lo interesante!!!!!
 
El protagonista de la devoción popular del momento habla sin filtro desde su mansión en la Ciudad Feliz. Drogas en su juventud, ímpetu sexual y su valorización de Menem y los ´90, se unen al disco que está preparando con canciones del “Gitano”. “Me siento alguien que la gente quiere ser”, afirma orgulloso.
Por Gastón Rodríguez
Fotos: Roberto Castro
(Enviados especiales)
Uno, dos, tres, cuatro. La música es la señal. El presagio inequívoco de que algo al fin va a suceder. La excitación entonces alcanza el clímax y camarógrafos, promotoras, periodistas, guardaespaldas y cholulos a tiempo completo corren en busca de ese lugar que les permita estar cerca del último objeto de deseo de los argentinos. Algunos esperan un descenso en helicóptero. Otros hablan de un arribo en yate. Ricardo Fort defrauda tanta expectativa cinematográfica y llega en camioneta a la cita con su público en la playa que se llama como él.

Pánico y locura en Mar del Plata. Miedo del protagonista estelar a que tanta devoción suelta termine en drama. Desenfreno de los fanáticos por tocar a su tótem venerado. Aquí los celulares sólo sirven para sacar fotos. O para llamar al pariente y contarle que se está a metros del personaje del año. Del que terminó y del que empieza.

Hay que decirlo, a Fort lo siguen los niños. También los jóvenes que se ven reflejados en su espíritu juerguero y las doñas de ruleros en la cabeza que piensan que por fin llegó alguien que no se calla nada. Un ídolo ATP que imanta sin discriminar. Es la “fortmanía”. El rico que los pobres aman llega a la carpa VIP de su balneario y la guardia espartana que lo sigue hasta cuando va al baño se declara incompetente en eso de evitar el desmadre. Dos camastros ceden ante el peso de los cuerpos afiebrados por alcanzar a ver algo mientras el humor de los roperos contratados para cuidar al empresario chocolatero se envilece. Fort saluda por última vez y las miradas se posan sobre él como moscas en la miel.

-¿Se merece todo lo que le está pasando?

-Eso no está en mí decirlo pero sé que luché mucho por lo que estoy recibiendo ahora. Yo viví toda mi vida luchando por esto. Si la vida no me lo dio antes fue porque no estaba lo suficientemente maduro para sustentarlo y manejarlo. Yo pensaba: “Puta, ¿por qué no se está dando?”. Ahora sé que todo llega y ese es el mensaje que quiero decirle a la gente. Todo llega y la vida sabe cuándo dártelo. Agradezco que me haya pasado ahora a los 41 y no a los 20 cuando era un tarado que no sabía un carajo de nada.

-¿Por qué la gente se identifica tanto con usted si su cotidianeidad es muy distinta a la de ellos?

-Porque la gente quiere tener metas o ídolos. Ya bastante drama tiene la gente en la vida como para encima ver más en la televisión. Encontrar una persona que viva como yo vivo, que disfrute como yo disfruto y que hable como yo hablo, sin pelos en la lengua, es lo que la gente respeta. Muchos quieren ser así. Yo me siento alguien que la gente querría ser. Por eso les digo a todos los que me siguen que sólo se lo tienen que proponer. El mundo conspira para que logrés lo que te propongas.

-¿Quién es la persona que más le dice no?

-(Piensa) Fue mi padre pero ya no está. Él siempre me decía que no.

-¿No es peligroso que sólo queden los que dicen sí a todo?

-A mí no me gustan que me digan que sí a todo o que me doren la píldora. Yo soy muy intolerante a la boludez y a la mentira. No soporto la estupidez y quiero que las cosas se hagan como yo las quiero porque sé que así están bien. No es que me gustan que hagan lo que yo quiero sino que me gustan que lo hagan porque realmente tengo razón en querer hacerlas de esa forma. Mi madre es igual. Siempre tiene razón en todo.


Entre el Potro y el Gitano. Al hombre de anatomía inflada y tatuada le gusta ejercitarse, coleccionar Rolls Royce y contemplarse en las revistas. Sin embargo lo único que le quita el sueño es conquistar corazones y productores con el canto. El primer paso, el de acaparar la atención, ya lo dio hace rato. Ahora va por el premio mayor.

“Me dijeron que desde Rodrigo no habían visto una cosa como la que estoy generando. Para mí es un honor de la puta madre porque yo al Potro lo admiro y lo tengo allá arriba. Que me digan que genero lo mismo que él es una responsabilidad increíble”, se envalentona.

-Se lo pregunto muy en serio ¿Está preparado para ser el heredero de Sandro?

-Totalmente, quiero tomar su posta. Lo pensé y por eso estoy haciendo un disco con sus canciones. Lo digo con mucho respeto. Quiero continuar lo que él hizo para que los chicos conozcan sus  canciones románticas y las usen para enamorar a sus novios o novias. Quiero que se vuelvan a escuchar todos los temas de Sandro.
Polémico yo. Una vez ganada la confianza, Fort baja la guardia y es una delicia para el grabador. No tiene problemas en confesar un pasado de drogas (“lo hice de pendejo cuando vivía en Miami pero ya no me divierte”) y de contar que en la intimidad es “muy sexual”, algo que según sus dichos, “le trae problemas con Virginia”. Incluso revela que una vez no lo dejaron entrar en la City “por estar vestido como el orto” y que no sabe cuantos ceros tiene su fortuna personal. “Tengo una idea aproximada. Yo jamás cuento lo que tengo ni lo que gasto”, sentencia.

-¿Le molesta que algunos lo tilden de frívolo?

-La gente que piensa que soy frívolo y no me importa. Yo vivo como vivo y entonces hay gente a la que eso le encanta y gente que no. Mala leche hay en todo el mundo, siempre puede haber un envidioso o un resentido que critique la forma de vivir que tengo pero el problema lo tienen ellos, no yo.

-¿Se lleva bien con el concepto de los 90? ¿Aquello de la pizza y el champagne?

-Por supuesto. La mejor época de la Argentina fue cuando estuvo Menem. De eso no hay dudas. El  país estuvo genial y no me importa si robó o no robó. Si logra que no me maten cuando salgo a caminar por una cuadra para mí que el presidente robe está perfecto.

-¿Le gustaría representar el regreso de esa época?

-¡Ojalá volviera esa época! Yo podía salir a la calle sin seguridad privada y no veía en los noticieros que mataban a una anciana o que tres pendejos de mierda dejaban inválido a un amigo como pasa ahora. La gente podía invertir, podía comprarse un auto a pagar en cuotas. El miedo que existe ahora hace que alguien que tiene plata diga: “Para qué me voy a comprar un coche nuevo si me lo van a robar y me van a matar”.

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