Miradas al Sur // 02-05-10 // Claringrillas
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Por Daniel Cecchini
dcecchini@miradasalsur.com
El viernes, clarín.com, publicó una simpática nota celebrando un récord: la publicación de la Claringrilla número 15.000. Se trataba, claro, del típico artículo autorreferencial, destinado, en este caso, a recordar a los lectores cuánto tiempo hace que los acompaña Clarín, tanto para informarlos cuanto para hacerles pasar un agradable momento de entretenimiento. La nota pareció un remanso en medio del turbulento río de malas noticias que sacudió al “gran diario argentino”. Ese mismo día, el Grupo Clarín recibió una de las noticias más temidas: la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza concedió al Poder Ejecutivo el recurso extraordinario que había solicitado para que la suspensión de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –dictada por la jueza Olga Pura de Arrabal y confirmada por ese mismo tribunal– fuera tratada 
en la Corte Suprema de Justicia. Es verdad que la chicana judicial radicada en los tribunales mendocinos por el diputado Enrique Thomas no es la única que impide la aplicación de una ley votada por amplia mayoría en el Congreso Nacional, pero la llegada del tema al máximo tribunal de la Nación puede abrir las puertas para que –como señalaba Eduardo Blaustein hace 15 días en Miradas al Sur– allí se decida unificar todas las causas relacionadas y se impida “la dilatación y multiplicación del proceso de judicialización”. De ser así, pronto la ley de medios de la democracia entrará en plena vigencia, en reemplazo de la que aún rige, creada por la última dictadura. Esta semana, también, Clarín intentó una jugada judicial para recuperar la transmisión del fútbol. TSC, empresa propiedad del Grupo, presentó un “aviso de demanda” contra la AFA por incumplimiento del contrato de televisación, cuyo fin estaba previsto en agosto de 2014. Lo curioso del caso es que buscó la manera de no pagar la tasa que exige la ley porque “no se encuentra en condiciones de afrontar el pago de la tasa de justicia que corresponde abonar en la demanda, a causa de la crisis financiera en la que se encuentra como consecuencia de la ilegítima rescisión contractual llevada a cabo por la futura demanda”. En otras palabras, el Grupo se declara pobre de toda pobreza. Esta noticia se conoció casi al mismo tiempo que Goldman Sachs –propietario del 18% del Grupo Clarín, con ganancias de 3.300 millones de dólares en el primer trimestre de 2010– era acusado en los Estados Unidos de cometer fraude de por más de 1.000 millones. Si a esto se suma la investigación sobre cómo se hizo de las acciones de Papel Prensa durante la dictadura y la inminente resolución de la causa que investiga el origen de Marcela y Felipe Noble Herrera, el destino de Clarín parece mucho más fácil de descubrir que cualquier frase oculta en la Claringrilla.
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