Bs As Economico //05-03-10 // Hurgar en el pasado reciente
Por Eduardo Anguita
Hay ciertas paradojas que, si no se dieran al calor de una lucha frontal, serían dignas de la más pura ironía. Pero, en el contexto actual, no hacen más que confirmar la falta de coherencia de buena parte de la dirigencia que se opone al Gobierno. La mayoría de los vencimientos de este año del Bicentenario corresponden al llamado megacanje y a la pesificación asimétrica. Es decir, visto desde quienes hoy deciden hacer frente a compromisos financieros contraídos de modo fraudulento, la cerrada negativa a hacer los pagos corren por cuenta de quienes nos metieron en esos líos.
Desde otro lado, un grupo de diputados acaudillados por Fernando “Pino” Solanas sostiene que debe revisarse la deuda legítima de la ilegítima. Con ese argumento logran centímetros y minutos en los medios del Grupo Clarín y en La Nación, los dos medios que dan soporte mediático e intensidad emocional a los verdaderos responsables de la política estructural de endeudamiento del país. Ellos, a no dudar, constituyen los verdaderos ganadores de la maniobra que en el Senado de la Nación dejó al Frente para la Victoria en un alto grado de impotencia pese a ser, por lejos, la bancada más grande la Cámara alta.
La situación, más allá de los enojos y aun del grado de convicción de muchos que defienden al Gobierno, torna frágil la capacidad de gestión rápida por parte de la Presidenta. Salvo que la sociedad se involucrara con decisión en torcer el rumbo con una presión popular, los argentinos viviremos un tiempo de bastante sopor, de la mediocridad de quienes gritan y sobreactúan ante los micrófonos. La memoria debería ayudar a que parte de la sociedad salga del letargo.
Basta recordar que, a mediados de 2001, Domingo Cavallo había convocado a su amigo David Mulford, banquero del Credit Suisse y ex funcionario del Tesoro norteamericano. Con el entusiasta apoyo del entonces presidente Fernando de la Rúa y del elenco de radicales y menemistas, el gobierno de entonces logró prorrogar los vencimientos de la deuda externa convocando al selecto grupo de bancos que había logrado que la Argentina se endeudara al límite que lo había hecho. Así, los bancos Galicia, Santander, Francés, Credit Suisse, HSBC, JP Morgan y Salomon “gestionaron” a tasas exorbitantes el refinanciamiento.
Eso sí, cobraron u$s150 millones de comisión para hacer la operatoria que incluía el canje de sus propios bonos. El paso de los meses llevó al estallido del modelo neoliberal y a que el actual senador Adolfo Rodríguez Saá declarara desde la presidencia provisional de la República el default de la deuda. Fue con un discurso enfervorizado que despertó el aplauso del Congreso, convertido en una tribuna decadente, ya que sólo duró unos días hasta que Eduardo Duhalde, quien había sabido aprovechar la debilidad de De la Rúa, se quedó en la Casa Rosada.
En ese 2002 Duhalde provocó la megadevaluación y la pesificación asimétrica, en la que nuevamente se refinanció deuda junto a una brutal transferencia de riquezas sólo posible por la impunidad que concedía el caos reinante. Clarín fue un sólido aliado de Duhalde, entre otras cosas porque licuaba sus pasivos.
Es decir, los peronistas disidentes que tributaron al duhaldismo, al menemismo (y también a la variante de los hermanos Rodríguez Saá, que entonces no era ni de unos ni de otros), así como los radicales de toda laya, fueron partícipes de maniobras que permitieron comisiones legales -y de las otras-, ahora se oponen al pago ordenado de los vencimientos externos ¡con la excusa de que se hace con reservas del Banco Central!
Lo que es peor aún, ni siquiera lo argumentan con claridad, se limitan a cuestionar las formalidades y, sobre todo, a agitar que el matrimonio Kirchner es intratable, autoritario y arrogante.
Si uno no conociera el carácter cíclico del comportamiento de vastos sectores medios de la Argentina y si no tuviera en cuenta que los golpes de Estado sólo fueron posibles con el componente de ahogo financiero del gobierno a voltear, podría pensar que la estupidez y el delirio se apoderaron de unos cuantos representantes del pueblo de la Nación. La realidad es más preocupante y esta primera semana de marzo parece ser el inicio de una pelea política en la cual los matices, los intercambios de ideas y los consensos entre partidos están fuera de la arena donde se dirime la confrontación.
Hasta hace muy poco, el argumento favorito de los opositores era que la Argentina estaba fuera del mundo. Una expresión despectiva apoyada en una serie de lugares comunes repetidos hasta el cansancio por la derecha recalcitrante: un gobierno populista y amigo de Hugo Chávez no puede lograr que el mercado de capitales voluntarios (en realidad un selecto grupo de corporaciones financieras) sea accesible tanto para empresarios como para el Estado. El otro argumento es que ningún gobierno de los Estados Unidos acepta dialogar con un energúmeno que (en Mar del Plata, Néstor Kirchner, noviembre de 2005) dijo en la cara a George Bush “no al ALCA” de modo rotundo.
Sin embargo, esos mismos sectores no tienen ninguna explicación de por qué Hillary Clinton elogió el desendeudamiento argentino ni pueden comprender cómo el JP Morgan avala esta política. Estos sectores, me refiero al arco conservador que no puede exhibir su pasado reciente ni sus conductas en tiempos de dictadura, ahora pretenden ampararse en la supuesta defensa férrea de la institucionalidad.
Del otro lado, el pequeño grupo de legisladores que siguen a Pino Solanas tomó el ejemplo del trato a la deuda hecho por el ecuatoriano Rafael Correa. Un caso que no tiene mucho que ver con la historia de cambios de manos de los tenedores de títulos públicos argentinos, y que puso a ese grupo supuestamente a la izquierda del Gobierno, como el polo antiimperialista necesario para dejar de buscar soluciones tibias y reformistas a esta hora crucial de la República. Si buscaran canales de difusión tan puros como postura que adoptaron, desde ya no se prestarían a ser la página izquierda de Federico Pinedo, Carlos Menem y Ernesto Sanz.
Pero todo lo tóxico que tiene la oposición no es suficiente como para pensar que se diluirán por sus propias debilidades. Comenzó, el mismo miércoles, un proceso de movilización, que va desde los llamados a las radios y los mensajes por correo electrónico hasta la convocatoria a la movilización popular. Sin duda, el kirchnerismo deberá prepararse para un período no tan breve, para soportar una cantidad de adversidades bien revestidas de institucionalidad. Y, si quiere acumular prestigio y fuerzas, deberá mantener la calma y esperar que, como decía Alfredo Zitarrosa, crezca desde el pie.
La participación, la organización y la profundización de la distribución del ingreso. Hay muchas voces que, sugestivamente, no se hicieron escuchar lo suficiente en estas horas. Desde los movimientos sociales hasta la dirigencia sindical y territorial. La derecha conservadora ganó la mayoría en las comisiones del Senado. Un dato para tener en cuenta y que les permitirá una cuota de poder -real- en la vida institucional. No más que eso. A no perder la paciencia, porque Latinoamérica -y la Argentina- aprendieron bastante en estos años.
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